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Cómo dejar de ser impulsivo fácil y rápido

 

Aunque debería ser un comportamiento superado en la infancia, la impulsividad suele ser causa de muchos problemas y conflictos en la adultez para quienes no aprendieron a controlar sus emociones y actuar de forma racional.

Peleas, accidentes de tránsito y hasta crímenes suelen ser consecuencia de acciones que responden más al instinto, a la esponteaneidad del momento, que a un verdadero razonamiento.

La impulsividad es un rasgo de la personalidad que hace que actuemos sin medir las consecuencias de nuestras acciones, que pueden generar consecuencias negativas para nosotros o incluso para otros.

Ser impulsivo nos expone a quedar en ridículo, ser agredido, delinquir o también a auto-agredirse accidentalmente para demostrar valor. También puede llevarnos a herir a otros con palabras o actos que no controlamos y que los pueden afectar negativamente.

Cuando las cosas salen bien, las personas impulsivas pueden quedar como valientes o atrevidas, por su capacidad de actuar de inmediato y sin dudas cuando hace falta. Pero no siempre es el caso, y eventualmente la falta de razonamiento y reflexión en las acciones traerá consecuencias negativas.

¿Cómo saber si sufres de impulsividad?

Existen múltiples señales identificadas por psicólogos que pueden ayudarte a reconocer si eres una persona impulsiva. Te nombramos algunos:

1) Sueles aburrirte fácilmente y por eso cambias de actividad constantemente ante tu incapacidad de enfocarte en una sola cosa a la vez.

2) Te cuesta la planificación: proponer actividades con anticipación, difícilmente logras ahorrar dinero, organizar tus actividades académicas y laborales, y ajustarte a un horario.

3) Te cuesta controlar lo que dices y por eso sueles lastimar (aún sin querer) a las personas a tu alrededor. Tus palabras también te han metido en problemas con extraños o conocidos por tu «poco tacto» al momento de decir las cosas o reclamar lo que consideras justo.

4) Te alimentas sin control y a deshoras, muchas veces con comidas que responden a antojos más que a tus necesidades nutricionales.

5) Cambias constantemente de trabajo.

6) Sientes que tus amigos y familia no te comprenden como quisieras.

7) Tus pensamientos se generan muy rápido y se sobreponen unos a otros. No has terminado de opinar sobre algo o de hacer una actividad cuando ya estás pensando en otra sin haber podido enfocarte bien en la anterior.

8) Tomas decisiones rápido y sin pensar en las consecuencias.

9) Renuncias a tus relaciones de pareja, trabajo, y cualquier cosa que implique compromiso.

Lee nuestra guía sobre las 20 señales de que eres una persona muy intensa

¿Qué causa la impulsividad?

 

Según estudios, la impulsividad puede ser un rasgo de personalidad hereditario que se encontraría en la corteza prefrontal del cerebro.

Pero no todo lo determina la genética, pues la crianza y las normas impuestas en el núcleo familiar también influyen en el desarrollo de conductas impulsivas y sin reflexión previa.

Además, la impulsividad suele ser un rasgo característico de diversas condiciones mentales, como ADHD adulto, comer impulsivamente, ludpatía, adicción al sexo, abuso de drogas, trastorno bipolar, entre otros.

En la mayoría de los casos, se considera que el trauma en la infancia puede afectar el crecimiento del cerebro y llegar a desarrollar conductas impulsivas.

Así que si un niño creció entre abusos sexuales, golpizas, abandono, lesiones cerebrales, violencia doméstica, entre otras situaciones similares, es probable que esté más propenso a ser impulsivo.

Por ejemplo, estudios señalan que el 81% de las personas que padecen trastorno límite de personalidad -del que la impulsividad es síntoma principal- han tenido traumas físicos o emocionales en su infancia.

Las enfermedades neurodegenerativas y el consumo de algunos medicamentos también pueden causar la impulsividad en adultos.

¿Cómo afecta la impulsividad al individuo?

Aunque son varios ámbitos los cuales se ven afectados, las consecuencias negativas se centran llamativamente en dos áreas, estas son:

1. Las relaciones personales

Ser impulsivo puede ser muy dañino para las relaciones personales, principalmente porque cuando actúas sin pensar en las consecuencias, es muy fácil atacar o herir a los demás sin siquiera tener la intención.

Por mucho amor que haya en común, la impulsividad impide que puedas ser comprendido o que quienes estén a tu alrededor sepan qué esperar de ti. Por eso puede generar temor, vergüenza o sufrimiento en quienes se relacionan contigo.

Una constante en las personas impulsivas son las conductas “tira y encoje”, en las que esperan llamar la atención a costa de alejarse o abandonar a las personas y luego volver para pedir su apoyo. Esto genera desgaste y cansancio en quienes se relacionan con los impulsivos.

Todas estas situaciones pueden llevar a que siendo impulsivo elijas a tus parejas con eso en mente, quizás privilegiando a quien «te soporte» y no a la persona con la que sientas una verdadera conexión. Y sobra decirte que tomar una pareja que no te hace completamente feliz es una vía segura para llegar a la depresión.

2. El trabajo

En el ambiente laboral la impulsividad también puede meterte en muchos problemas. Para empezar, puede generar tensiones entre colegas por tu forma de expresarte o decir las cosas, sin medir las consecuencias de tus palabras en el equipo de trabajo.

No todos comprenden que la impulsividad puede ser un trastorno psicológico, y el impulsivo es tildado como asocial, pedante, engreído o ególatra, lo que afecta la imagen que puedes dar en tu oficina y que impacta en la percepción de tu trabajo.

Sin proponértelo, al ser impulsivo generas incomodidad, estrés y ansiedad en quienes te rodean.

La impulsividad también complica tu capacidad para concentrarte, y eso tiene un efecto directo en tu capacidad de cumplir con tu trabajo.

Condiciones de salud mental relacionadas a la impulsividad

La impulsividad va de la mano de otra serie de trastornos que incluyen:

a. Adicción al internet.

b. Adicción a las compras.

c. Desordenes de personalidad.

d. Problemas de adaptación.

e. Adicción al sexo.

f. Trastorno por déficit de atención.

g. Desorden de conducta bipolar.

Lee nuestra guía sobre si eres la persona tóxica en tu vida y como combatirlo

¿Qué hacer si eres impulsivo?

Aunque tiene muchos elementos negativos, lo mejor de la impulsividad es que puede ser tratada y controlada para superar sus problemas.

La buena voluntad y el deseo de cambiar son fundamentales para que des el paso a mejorar, pero no son suficientes por sí solos, debes acudir a terapia para poder conseguir las herramientas necesarias para adecuar tu comportamiento.

La Terapia Cognitiva Conductual es una opción de terapia que te ayuda a aprender a ver las cosas de forma menos dramática, más manejable y por lo tanto ayuda a no reaccionar exageradamente a las cosas, sino con reflexión y racionalidad.

También puedes practicar el Mindfulness, que es una práctica que busca mediante la meditación mantenerse enfocado en el ahora, reflexionar sobre el presente y más que reaccionar, reflexionar sobre lo que piensas y sientes de las cosas que pasan.

Por otro lado, también está la opción de la Terapia Dialéctica, que combina el Mindfulness con el pensamiento metafórico (pensando en las consecuencias) para armar un proceso de pensamiento y acciones más sensato y basado en la reflexión.

En conclusión

La búsqueda de emoción, atención de otros, dinero, estima, en nada se relaciona con que debas ser irreflexivo. A veces es mejor tomarse un tiempo antes de reaccionar para tomar las medidas adecuadas, y no lamentar errores por un apuro momentáneo.

Si te pareció interesante este artículo puedes dejarnos conocer tus comentarios y dudas, nos encantará leerlos y responderte a la brevedad.

 

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Written by Genesis Naveda

Apasionada por la comunicación, la interacción con el público y los nuevos retos. Interesada en el constante crecimiento personal y desarrollo profesional. Linkedin

One Comment

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  1. Muy bueno. Yo me identifico como una persona impulsiva y temo dejar ese rasgo en mis hijas.
    Así que deseo hacer algo para evitar daños a futuro.

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