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¿Codependiente o simplemente dependiente? ¡descúbrelo!

Ser dependiente a nivel emocional de otra persona no es saludable, y es bastante peligroso porque puedes terminar en un círculo vicioso de nunca acabar. A veces decimos que somos codependientes con otra persona, y esto significa que la relación de necesidad enfermiza entre ambas es mutua.

Sin embargo, es importante aprender a diferenciar entre la codependencia y la dependencia a secas, porque no todas las personas codependientes son dependientes en los demás aspectos de sus vidas, únicamente lo son justamente con esa otra persona que también es dependiente de ellas.

Cuando hablamos de dependencia o de codependencia en este artículo, nos referimos principalmente a la de orden emocional.

Todos somos dependientes de nuestros padres hasta cierta edad, por ejemplo, pero esa no es una relación tóxica siempre y cuando nos esté preparando para ser independientes en algún momento.

La dependencia emocional implica que una persona siente que forzosamente necesita de la presencia de la otra en su vida para ser funcional, y esto puede englobar aspectos emocionales, económicos e incluso de cuidado básico personal.

Diferencia entre codependencia e interdependencia

También es importante aprender a distinguir las relaciones codependientes de las relaciones interdependientes.

La psicología define la codependencia como una dinámica disfuncional y poco adaptativa entre las personas, que puede llegar a tener buenas intenciones mutuas, pero es simbiótica en un nivel negativo para ambas partes.

Por su parte, la interdependencia es una forma de relacionarse en la que cada parte es capaz de proveer alivio, comprensión, apoyo y motivación a la otra. Es una relación de beneficio mutuo, dado que tener necesidades dependientes de vez en cuando no es por si mismo algo malo, todos las tenemos de vez en cuando.

Las relaciones interdependientes contribuyen al bienestar, resiliencia y fortaleza interior de las personas, dejando intacta la identidad y unicidad de quienes las mantienen.

Las relaciones codependientes, en cambio, mimetizan los defectos y le van restando recursos emocionales a los integrantes hasta que quedan completamente vulnerables sin la otra parte.

Relaciones codependientes

En las relaciones codependientes, ambas partes son excesivamente dependientes de la otra. Esto puede manifestarse en varios niveles y formas, pero a todas subyace una profunda falta de autonomía.

En su intento desesperado por cubrir sus necesidades emocionales, las personas distorsionan su personalidad y se encierran en una rutina que no les permite desarrollar todo su potencial, pues siempre deben estás atadas a otra persona que tampoco está haciendo nada por sí misma.

Cuando un individuo desarrolla una relación codependiente, todos los aspectos de su vida se pueden ver amenazados; el social, el financiero, y principalmente el emocional con respecto a la identidad y la autonomía.

La reciprocidad de las relaciones codependientes no se basa en el bien mutuo, sino en el miedo y las inseguridades de ambos, que exigen una necesidad de ser necesitado por el otro en la misma medida enfermiza que nosotros lo necesitamos a él.

Para lograr este grado de “necesidad mutua”, los integrantes de una relación así llegarán a extremos de sacrificio o de abnegación por el otro, y recurrirán a herramientas como la culpa, el chantaje o las amenazas si la otra parte intenta romper la dinámica codependiente.

Este tipo de dinámicas también terminan convenciendo a las personas de que realmente no tienen mucho que ofrecer y a hacer todo lo que esté en sus manos, por poco asertivo que sea, para mantener a su pareja a su lado.

¿Cómo empiezan las relaciones codependientes?

Aunque las relaciones codependientes más frecuentes las vemos entre los integrantes de una pareja, la realidad es que suelen empezar en casa, con relaciones codependientes entre los padres y los hijos.

Generalmente, los padres que establecen dinámicas codependientes con sus hijos tienden a transmitirles la idea de que sus propias necesidades y deseos son secundarios en comparación con lo que sus tutores quieren o necesitan.

Así, estos niños terminan por rechazar sus propios deseos y por enfocarse a cumplir los de sus padres para poder sentirse valorados.

Ya que cuando intentan seguir sus propias motivaciones, siempre reciben castigos directos o pasivo agresivos, como ser sometidos a “la ley del hielo” o a chantajes verbales.

Un ejemplo es la típica madre codependiente que, a cada intento de su hijo de salir a jugar con sus amigos, le reprocha que es egoísta y que al dejarla sola le está demostrando que no la quiere y que no valora todo lo que ésta hace por él.

Esto constituye un tipo de abuso, ya que, aunque quizá no hay violencia física de por medio, sí hay violencia psicológica.

Una persona que aprendió a suprimir cualquier tipo de impulso autónomo no sólo no tiene herramientas para cumplir sus propias metas en la vida, además, siempre estará buscando una persona con la cual poderse vincular en una dinámica codependiente y a la cual pueda necesitar desesperadamente.

En el intento de ser lo que sus padres exigían, las personas codependientes requieren olvidar todo aquello que realmente les gusta y les llama la atención, incluso lo que verdaderamente son. En su lugar, desarrollará un fuerte impulso por lograr aceptación a como dé lugar.

Como podemos ver, estas configuraciones emocionales tempranas que sirvieron para que el niño se adaptara a su entorno familiar, se mantienen a lo largo de la edad adulta, haciéndole muy difícil establecer relaciones saludables.

Lee nuestra guía sobre cómo dejar de ser codependiente con estos 5 fáciles pasos

¿Cuáles son las características de una persona dependiente?

Podemos detectar a una persona codependiente si cumple una o más de las siguientes características:

1.- Son extremadamente sensibles y reaccionan de forma negativa ante cualquier crítica, por constructiva que sea, ya que la noción de su valor propio es muy frágil y vulnerable.

2.- Su autoestima depende enteramente de la validación de los demás. No cuenta con los recursos ni con la objetividad necesaria como para verse a sí misma como una persona valiosa.

3.- Su sentido de responsabilidad gira alrededor de los sentimientos, deseos y necesidades de otras personas, en lugar de concentrarse en los propios.

Como consecuencia, los actos y actitudes de los demás son los que determinan el comportamiento de la persona dependiente.

4.- Su capacidad de reconocer sus propias necesidades y sentimientos negativos es casi nula. Y en caso de que lo logren, siempre es con una elevada sensación de culpa.

5.- Su capacidad para establecer lazos saludables con las personas está muy restringida, ya que vienen de un ambiente en el que relacionarse con otras personas provocaba culpa o era interpretado como algo peligroso.

6.-Siempre vinculan sus sentimientos a lo que hace o deja de hacer otra persona.

7.-El motor principal de su comportamiento es un profundo miedo a la soledad, el abandono o el rechazo.

8.- En situaciones de conflicto, siempre se identifican a sí mismos como víctimas, incapaces de ser tomadas en cuenta, escuchadas o comprendidas.

9.-Pueden ignorar, dudar o incluso contradecir sus propios valores si es necesario para evitar el conflicto y proteger la relación codependiente. Así, terminan perdiendo cada vez más integridad y autonomía.

10.- Su sentimiento compulsivo de lealtad puede transgredir las barreras del sentido común y terminar lastimando seriamente a los demás.

¿Cuáles son las características de las personas codependientes?

Hay muchas características que definen a las personas codependientes, pero la más importante es que siempre buscan desarrollar relaciones con individuos muy vulnerables. La persona codependiente necesita tener la seguridad de que el otro la necesita con la misma intensidad.

Uno de los aspectos más extraños de las personas dependientes es que muchas veces no lo parecen. Todo lo contrario, más bien son las personas de quienes dependen otras.

Pero esta es solamente la otra cara de la moneda, la otra expresión de la dependencia.

Algunas de sus características principales son:

a.- Se convierten en las personas de las que otros dependen, lo cual los hace ver más fuertes a nivel emocional y mental de lo que realmente son.

b.- Su percepción de su propia valía depende de qué tanto las necesiten otras personas.

c.- Constantemente están haciendo voluntariados o ayudando personas o animales mucho más allá de lo que dicta el sentido del deber y el sentido común.

d.- Pasan mucho tiempo tratando de decirle a los demás qué deben pensar, sentir y hacer, porque sienten que es una manera de tomar control paulatino sobre los otros y sentirse más seguros con respecto a la relación.

e.- Constantemente están haciendo favores, dando regalos o anticipándose a las necesidades de otras personas, en un intento de desarrollar en los demás un sentido de deuda y reciprocidad.

f.- Manipulan a los demás para tomar el control de la mayor cantidad de aspectos de sus vidas, haciendo pasar esta actitud como una preocupación genuina de cuidado y amor. Buscan restar autonomía para volverse indispensables.

g.-Toman siempre el papel de quien resuelve los problemas, toma las decisiones o rescata a los demás, independientemente de que los demás puedan resolver sus problemas, tomar sus decisiones y rescatarse a sí mismos.

h.- Usan el sexo, la intimidad o los regalos para generar aceptación, y luego amenazan con eliminar esos beneficios si la otra parte no hace lo que el codependiente quiere.

i.- Se vuelven maestros de la manipulación, al grado convencerse de sus propias mentiras con frecuencia.

Personas dependiente y personas codependientes

Como puedes ver, en la mayoría de los casos, la conducta de la persona codependiente, ya sea controladora, manipuladora, chantajista o incluso bondadosa o generosa en apariencia, está motivada por las mismas razones que llevan a una persona dependiente a serlo.

Así que, en muchas formas, la persona dependiente y la persona codependiente son sólo dos caras distintas de una misma moneda.

No pueden sentirse seguras, aceptadas ni amadas sino es en medio de una dinámica de completa necesidad emocional, por negativa que ésta sea.

Independientemente de las pretensiones de fortaleza de la persona codependiente, lo que en realidad motiva sus acciones es la necesidad de volverse tan indispensable para el otro que no exista virtualmente ninguna situación, más que la muerte, que aleje al ser querido de su vida.

Normalmente, en una relación codependiente, uno de los integrantes se caracteriza por aparentar más dependencia que el otro, pero en el fondo ambos lo son por igual.

Este sentido de necesidad absoluta no debe ser confundido con la confianza ni con la intimidad.

Las personas dependientes no pueden confiar en los demás, y están tan preocupadas por amarrar emocionalmente a otro que no pueden generar intimidad genuina.

Porque en algún punto siempre están intentando manipular y tomar ventaja sobre el otro.

Lee nuestra guía sobre cómo superar las inseguridades

La pasivo agresividad y la codependencia

Una de las actitudes más frecuentes en las relaciones codependientes es la pasivo agresividad.

Esta se define como toda acción que no sea evidente o manifiesta, pero que tenga como objetivo hacer sentir mal a otra persona o disuadirla de hacer algo que no queremos que haga.

Por ejemplo, en caso de una relación codependiente madre-hijo.

Esta puede quedarse sin probar alimento porque su hijo decidió asistir a un evento deportivo ese día, en lugar de comer con ella.

La idea es “castigar” y hacer sentir mal a la otra parte, dejando claro que si vuelve a abandonarla encontrará la manera de infringirse algún tipo de daño.

Lo mismo sucede con las relaciones de pareja codependientes. La pasivo agresividad se puede manifestar con acciones peligrosas, como borracheras o consumo de drogas, en cuanto el otro demuestra un mínimo de autonomía y necesidad de dependencia.

La pasivo agresividad está presente en cualquier acción mediante la cual nos dañemos a nosotros mismos, pero que tenga por objetivo hacer sentir culpable o controlar la conducta de alguien más.

También en acciones que dañen directamente al otro pero que se escondan tras buenas intenciones.

¿Te has sentido identificado?

Si estás en una relación codependiente, o te has dado cuenta de que eres una persona dependiente, y recurres a la pasivo agresividad con frecuencia para retener a las personas a tu lado, necesitas hacer algo al respecto con urgencia.

Tus actitudes no solamente no te están asegurando ninguna clase de amor genuino, también están logrando que pierdas una enorme e importante parte de ti mismo.

Acude con un profesional de la salud mental y cuéntale tu situación con honestidad y confianza. Necesitas ayuda.

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Written by Assul García

Psicóloga graduada de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se ha especializado en la divulgación en línea de temas de salud y problemas psicológicos. Linkedin

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